Robert Ferrer. Coherencia armónica
Octubre – Noviembre 2025
Resulta imposible interpretar por completo una obra de arte. A lo máximo que se puede aspirar es a realizar una aproximación a una etapa detenida en un proceso de constante transformación.
Por ello, en “El espacio entre líneas” se presentan esculturas terminadas de Robert Ferrer i Martorell, acompañadas de dibujos previos y la maqueta del proyecto expositivo, que permiten acceder al andamiaje conceptual de su trabajo sin desvelar el misterio que contiene. En esta muestra el foco de atención se centra en tres temas principales: gravidez, proporción y movimiento. En la obra expuesta se trasluce el dominio del material de Ferrer, una técnica que busca el equilibrio entre los procedimientos industriales y artesanales mediante una producción poética. Construye la realidad desde módulos y estructuras abstractas extraídas de la materia, cuyo orden regulador ofrece precisión, claridad, exactitud y luz. La evolución de su obra evidencia una progresiva depuración formal, en la que la reducción de componentes y el empleo de relaciones modulares genera un sistema austero pero fértil, que confluye con las teorías defendidas por Klee. Su escultura articula el espacio mediante ritmos visuales análogos a la música, donde los valores de armonía, intensidad y movimiento se traducen en variaciones cromáticas. Ferrer emplea módulos como unidad constructiva repetida, donde resuenan los ecos del neoplasticismo y las enseñanzas de la Bauhaus. Produce un esquema reiterado que remite a la arquitectura clásica, cuya ley es el ritmo; una rima geométrica que opera como pulsación ordenadora próxima al término “eurythmia”, que Vitruvio empleaba para designar el encadenamiento de las proporciones. Este patrón estructural también ayuda a diferenciar las diversas maneras de abordar los límites de las obras, desde las precisas fronteras triangulares de “Estructures en construcció”, hasta desvanecerse en las composiciones de “Proporcions”, o la instalación de varillas pendulares.
La escritura simbólica de Ferrer comprende un lenguaje geométrico que se ha ido desprendiendo de la oblicuidad en favor de la ortogonalidad, y cuya sintaxis estructura cada obra. Sus esbozos sobre papel milimetrado reivindican una tradición que entronca con Asins,Palazuelo y Sobrino. Unos documentos próximos al dibujo arquitectónico definido por Alberti, donde la geometría no es solo soporte, sino también lenguaje estructurador del pensamiento espacial. Robert Ferrer reflexiona poéticamente sobre el movimiento, que se manifiesta en la mirada del observador a través de las transformaciones cromáticas, mediante tonos análogos confrontados con el blanco, o con triadas, que conforman ocupaciones proporcionales del espacio. La superposición de capas y la modulación rítmica de la traslucidez configuran estructuras cuyos equilibrios dialogan con las teorías de la Gestalt y las obras de Sobrino y Le Parc. Lejos de una producción monótona, Ferrer despliega un método de diseño generador de esculturas dotadas de coherencia armónica. Trabaja en un taller que se asemeja a un laboratorio, donde nunca deja de experimentar hasta construir nuevos resultados formales. Su sugerente obra fascina por la desnuda franqueza y el nítido rigor de su geometría, que le guía para explorar el espacio con la perspicacia de un zahorí.
Gonzalo Sotelo-Calvillo
Universidad Politécnica de Madrid